miércoles, 8 de enero de 2014

Eres

el calor que espera bajo la falda, la tentación. El sabor a océano no pacífico entre las piernas. El cruce descarado de piel sobre piel y sin engaño. La gota de sangre que se sirve en copa y muere en la comisura de los labios. Eres la flecha que sin error alcanza el corazón de mi diana. La melodía que con sus dientes devora botones de pantalón y se desliza por la cremallera, para meterse dentro. La sal que corre hasta la herida, la valiente que se tira y la tapa con su paracaídas. La nicotina de todo mi tiempo, el reloj sin pilas, el calendario sin días, las noches de poesía.

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